A primera vista, puede que este éxito inaudito de las "Mañanas de Benjamín Argumedo" nos parezca algo extraño. En contraste con Francisco Villa, la figura revolucionaria cuyos corridos más se reconocen tanto los estudiosos académicos como los cultivadores de la tradición popular, Argumedo nunca desempeñó un papel de primera fila en el desarrollo de la tragedia nacional. Rebelde de los rebeldes, el mal hado revolucionario de Argumedo siempre o casi siempre lo consignó a la oposición y al fracaso, no obstante sus méritos como jefe militar y jinete valiente.
Argumedo nació el 12 de noviembre de 1878 en el rancho de El Gatuno,
municipio de Matamoros, Coah., no muy lejos de Torreón, en la
región conocida como La Laguna. Cuando Francisco I. Madero se
levantó en armas contra la dictadura de Porfirio Díaz en 1910,
Argumedo dejó su oficio de sastre y fue uno de los primeros de sus
comarcanos en unirse a las filas maderistas bajo las órdenes del
ex-abarrotero Pazcual Orozco. Al frente de su propia banda de
caballería irregular, se destacó en la primera toma de
Torreón in 1911, acción militar que dio gran impulso a la
decisión de Porfirio Díaz de abandonar el poder y el país
en mayo del mismo año. Madero, ya presidente de la República,
mandó que las fuerzas irregulares se desarmasen, mas Argumedo,
decepcionado por el incumplimiento del programa revolucionario tal como lo
entendía él y sus hombres, siguió saqueando minas y
haciendas en La Laguna y las sierras circumvecinas de Durango y Zacatecas
(Knight 1: 285-87). Al alzarse Pascual Orozco en contra de Madero en marzo de
1912, Argumedo fue uno de los primeros en ponerse bajo el estandarte de su
antiguo jefe, y como orozquista combatió contra las fuerzas combinadas
de Francisco Villa y Victoriano Huerta, entonces el más eficaz de los
generales maderistas. Fue durante estas luchas carniceras que la gran
rivalidad entre los jinetes "colorados" de Argumedo y la caballería
irregular villista al mando del compadre de Villa, Tomás Urbina, se
planteó de manera definitiva. Así como cantaban los corridistas:
(Alegres de Terán, "La toma de Torreón")
Ya para el otoño de 1912, Orozco se dio por vencido y huyó a los
Estados Unidos. No así Argumedo, que se refugió en la sierra
para seguir lo que iba a ser su lucha de oposición de siempre. En los
primeros meses de 1913, Victoriano Huerta, poco después de haber
asesinado a Madero y de haberse instalado en la "silla presidencial", como
decían los corridistas, ofreció indultos, cantidades de dinero, y
hasta las águilas doradas de general de brigada, a los más
destacados de los jefes "colorados". No faltó entre los primeros de
éstos nuestro Benjamín Argumedo, que se distinguió como el
más tenaz de los defensores huertistas de, primero, Torreón, y
luego, tomada aquella plaza fuerte, Zacatecas. Las furiosas cargas de
caballería de la Brigada Argumedo, y la destacada valentía
personal de su jefe, durante estas batallas claves de 1914 dieron lugar a que
los corridistas villistas cantaran:
Cuando el ejército federal huertista dejó de existir en agosto de 1914, la Brigada Argumedo no entregó sus armas; al contrario, en una de las mudanzas más originales de la revoltosa historia de la Revolución, Benjamín y sus "colorados" se trasladaron a Morelos y se hicieron zapatistas. Es probable que fuera durante esta época que el "Tigre de la Laguna", como se conocía a Argumedo en el Norte, recibiera el apodo de "El Resellado" debido a sus tan peregrinas "vueltas de chaqueta" (Esparza Sánchez 77). Como zapatista, Argumedo fue el terror de los carrancistas en los linderos de Morelos y Puebla. Con la ruptura definitiva entre la Convención de Aguascalientes y Carranza en noviembre de 1914, zapatistas y villistas se convirtieron en convencionistas, y por fin Argumedo y sus "colorados" volvieron a ser aliados de sus compañeros del primer maderismo de 1910, las fuerzas de Villa. Los convencionistas, entre ellos Argumedo, lograron expulsar a Carranza de la capital, pero a finales de 1915, después de la terrible derrota de Celaya, el último presidente convencionista, Francisco Lagos Cházaro, fue obligado a abandonar la ciudad de México para Toluca. Le tocó a Argumedo ser su escolta, y cuando los zapatistas dejaron a Toluca para regresar a Morelos, Argumedo llevó a Lagos Cházaro hacia el norte, para llegar por fin a las cercanías de Zacatecas donde los carrancistas los alcanzaron y dispersaron a la Brigada Argumedo en la sierra de Gruñidora. Lagos Cházaro logró escapar al extranjero, pero Argumedo reunió a su gente y siguió luchando, ahora como villista, hasta recibir una herida grave en enero de 1916. Refugiado en un ranchito de pastores, El Paraíso, Argumedo padecía de "altas temperaturas de fiebres", y allí fue traicionado por su secretario, Pedro Rodríguez Triana, quien, saliendo del escondite so pretexto, lo delató a las fuerzas carrancistas del general Francisco Murguía. Enterado de la traición, Argumedo hizo el intento de huir, pero no pudo viajar lejos debido a la fiebre y el frío. El 4 de febrero de 1916, los carrancistas lo alcanzaron a orillas de una laguna en un lugar llamado el Aguaje en la sierra entre los estados de Durango y Zacatecas. Aquí discrepan las versiones. Según el parte militar carrancista, sólo fue capturado después de un reñido combate (Vázquez Valle 5) según algunos testigos partidarios de Argumedo, aunque su gente estaba dispuesta a morir en su defensa, el "León de la Laguna" insistió en rendirse para evitar un masacre inútil (Esparza Sánchez 78). Como cuentan las versiones norteñas del corrido, Argumedo fue trasladado por San Miguel del Mezquital a Sombrerete, y de allí a la Estación Lo de Mena, de donde fue llevado por tren a la Penitenciaría de Durango. Acabó fusilado dentro de los recintos de la Penitenciaría del Estado el 1 de marzo de 1916.
Según el periódico El Pueblo: "la llegada de los prisioneros causó sensación entre los habitantes de la ciudad, los cuales en compactos grupos acudieron a presenciar el paso de las fuerzas que conducían a los reaccionarios aprehendidos" (Vázquez Valle 5). El mismo periódico añadiría en los días siguientes que la probable aplicación de la ley de 1862, autorizando la ejecución de los prisioneros, causaba bastante inquietud entre la población civil. Al informar sobre el fusilamiento de Argumedo, el periódico vuelve a mencionar el descontento popular (Vázquez Valle 5). Dadas estas circumstancias, es muy probable que los primeros esbozos de lo que Américo Paredes llama la versión norteña del corrido de "Benjamín Argumedo" fueran compuestos allá en Durango inmediatamente después de la ejecución del protagonista.
Sin duda, la versión de "Benjamín Argumedo" grabada en abril de 1928 por Hernández y Sifuentes es la mejor de todas las tempranas que yo he encontrado, y el más valioso testimonio del status de transmisión en la tradición oral de este texto sólo doce años después de la muerte de Argumedo y la supuesta composición del corrido. Tiene 19 estrofas, casi el límite para que quepa en las dos caras de un disco 78, y así no sólo es la más temprana, sino que también es la más extensa de las recogidas de la tradición oral norteña antes de que Esparza Sánchez recogiera el texto de 40 estrofas de José Parra en 1961, y Irene Vázquez Valle una de 25 estrofas en Zacatecas en los años '80. Además, como el mismo Luis Hernández había incluido algunas estrofas distintas en la versión que había grabado sólo un mes antes con el misterioso González, consta que el número de estrofas incluidas correspondía a un proceso de selección de un repertorio mucho más amplio, todo condicionado por las limitaciones del disco 78, y no por la existencia de un texto fijo o por un conocimiento limitado de parte de los cantantes.
Bibliografía básica:
Esparza Sánchez, Cuauhtémoc. El corrido zacatecano. México: INAH, 1976.
Knight, Alan. The Mexican Revolution. 2 Vols. Lincoln: University of Nebraska Press, 1990.
Núñez, Mario. "Cine y corrido: hermanos que se retroalimentan (de `Benjamín Argumedo` a `Camelia la tejana`)." El Porvenir domingo 29 de noviembre 1992, 1. Monterrey, N.L., México.
Paredes, Américo. A Texas-Mexican Cancionero: Folksongs of the Lower Border. Forward by Manuel Peña. Austin: University of Texas Press, 1995.
---. "The Concept of the Emotional Core Applied to the Mexican Corrido `Benjamín ArgumedoÕ." Folklore and Culture on the Texas-Mexican Border. Ed. Richard Bauman. Austin: CMAS; UT Press, 1993. 143-76.
Vásquez Valle, Irene, and José Santiago Silva, eds. Corridos de la Revolución mexicana. Discos INAH 16. México: SEP, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1986. LP.
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