Para empezar a cantar
pido permiso primero
son las manañas, señores
de Benjamín Argumedo.
Doy detalle en realidad
que el veintiocho de enero
aprehendieron a Alanís
y a Benjamín Argumedo.
Benjamín anda en la sierra,
en la sierra de Durango,
cuando supo que Murguía
pues ya lo andaba buscando.
Benjamín estabe enfermo
Allá en la cueva del gallo
cuando lo agarraron preso
dándole agua a su caballo.
Echaron a Benjamín
en un carro como flete
pasaron por San Miguel,
llegaron a Sombrerete.
En la estación de Durango
ya lo estaban aguardando
porque sabían que Argumedo
tenía que ser fusilado.
-¡Válgame Dios!
¿qué haré yo?-
dijo al General Murguía,
ahí le pidió una merced,
a ver si se la concedía.
-¿Qué merced es la que quiere?-
le contestó con esmero:
-¿Qué merced es la que quiere,
mi General Argumedo?-
II
-Oiga usted mi general,
quiero que me haga favor,
quiero que no me 'afusile,
téngame preso mejor.-
-Oiga usted mi general
no puedo hacerle favor
pues todo lo que yo hago
es por orden superior.-
Luego que veía Argumedo
que no se le concedía,
les dijo a sus oficiales
que iba morir otro día.
-Después de tanto sufrir,
de tanto andar navegando,
yo vine a ser sepultado
en el panteón de Durango.-
-Adiós sierritas mentadas
ciudades y poblaciones,
donde me vi en las guerras
que parecían quemazones.-
Ya se acabó Benjamín,
Ya no lo oirán mentar.
Ya está al juzgado de Dios
Ya su alma fue a descansar.
-Adiós también el reloj,
sus horas atormentaban,
pues clarito me decía
las horas que me faltaban.-
Ya con ésta me despido
porque cantar ya no puedo.
Son las mañanitas, señores,
de Benjamín Argumedo.